1. Invocación rotaria.
Nuestro presidente Xisco García de la Rosa agradece la asistencia de todos los presentes.
Hace la invocación rotaria Francisco Martínez Górriz.
2. Onomásticas y aniversarios.
No se identifican durante la semana que viene.
3. Aprobación del acta del pasado 08-06-2011
El acta es aprobada por unanimidad.
4. Charla: Nos visitan Marisa Soler y su compañero Robin, que han dado la vuelta al mundo en el velero El Sur, de 38 pies, para comentarnos su experiencia.
Antonio Cirer presenta a la conferenciante.
Marisa Soler es sevillana de 63 años y madre de dos hijos, profesora de Geografía, que desde el año 2003 está dando la vuelta al mundo a bordo del Sur, un velero de 34 pies. Ha llegado recientemente a Mallorca, ya en la recta final de su viaje, acompañada por un neozelandés, Robin, que además de buen navegante, tal y como Marisa enfatiza, es su actual compañero.
El planteamiento de dar la vuelta al mundo fue, básicamente, porque coincidieron tres cosas. Una, que su hija había terminado la carrera de arquitecto. Otra, que su madre le dio un dinero con el que compró una casa y del que le quedó un sobrante. Y finalmente, porque tenía un barco y además coincidió con un persona, un marinero vasco, que amaba al mar tanto como ella.
En 2003, Marisa zarpó del puerto de Santa María, en Cádiz, con un destino claro: completar la vuelta al mundo con su velero de sur a sur. Ha vivido este viaje en dos fases. La primera parte del viaje estuvo acompañada del marinero vasco con el que zarpó y surcaron desde el sur cruzando el Atlántico, el Caribe y el Pacífico hasta tocar tierra en Nueva Zelanda, donde cambió su rumbo y donde conoció a Robin.
Marisa hizo un parón de un año y medio porque le faltaba un tiempo de ejercicio profesional para conseguir el derecho a la jubilación y porque necesitaba dinero para seguir su locura. Así que regresaron a España. Dejó amarrado su velero en Nueva Zelanda. Marisa explica que continuó dando clases de geografía e historia en el instituto hasta cumplir los 60 años, cuando se jubiló y pudo retomar su sueño. Mientras, Robin trabaja de carpintero. Fue en 2005 cuando reiniciaron su vuelta al mundo. Reiniciaron su aventura desde Nueva Zelanda y durante tres años han completado seis travesías desde este punto de partida hacia el trópico disfrutando de islas como Tonga, Fiji, Nueva Caledonia, Tuamotu, Las Marquesas, Bora Bora…
De su odisea con ´El Sur´ destaca tres aspectos positivos: navegar veintitantos días por el océano sin tocar tierra, solo con la compañía de las olas y los vientos portantes, la cantidad de islas tropicales que conoció en su travesía por el Pacífico es otra de las maravillas del periplo de esta viajera, y la experiencia humana de convivir con los nativos de estas “islas bellísimas”.
El crucero continuó surcando hacia Australia y recorriendo la costa de barrera de coral hasta Darwin. La aventura dio un giro al llegar a Asia. Sabía que dar la vuelta al mundo con su velero no era un reto fácil pero los últimos meses fueron nefastos. Durante el viaje por Indonesia se lo pasaron muy bien porque tanto políticos como autóctonos se volcaban con los navegantes con fiestas, regalos, bailes y comida. Se toparon con la corrupción del gobierno indonesio y las inmensas dificultades burocráticas que les impidieron navegar a su aire por estas aguas. Cuando alcanzaron Malasia, Marisa y Robin decidieron que su crucero llegaba a su fin. Así que estaban dispuestos a regresar a España por el Canal de Suez. Y el regreso se convirtió en un mar de adversidades.
El primer infortunio fue en Sri Lanka. La inmensa tempestad mantuvo a ´El Sur´ y a su tripulación tres días parados en alta mar. La virulencia de las olas y el viento de 50 nudos destrozó el barco. Se quedaron sin piloto de viento, sin piloto automático, tres velas destruidas, entre otros desperfectos, unos desperfectos que conllevaron un nuevo infortunio: la pérdida de tiempo a la espera de un nuevo piloto automático. En el puerto De Gaulle repararon la embarcación y recogieron la máquina solicitada en la India. Empezaron a buscar a la desesperada un mercante que les desplazara al Mediterráneo. Tardaron dos meses en encontrarlo. Durante este tiempo estaban en Bombay. Gracias al cónsul español en Bombay, lograron subirse al mercante con destino a Livorno. Pero la mala suerte no había terminado, cuando la grúa que izaba ´El Sur´ para arriarlo al mar se rompió y dañó el velero.
La experiencia de la vuelta al mundo con su velero avala a Marisa para hacer algunas consideraciones adicionales: la condición para ser navegante no debe ser tener una potente economía si no el amor por navegar.
5. Ruegos y Preguntas.
No se plantean.
Sin más asuntos que tratar, se levanta la reunión a las 16:45 horas.